domingo, 23 de octubre de 2011

HISTORIA DE UNA TABERNA


             Existe en Madrid una taberna castiza que presume de ser la más antigua de la Villa y Corte. Y este hecho es constatable. ¿Por qué digo esto? Porque un escritor, periodista y crítico taurino, se ocupó y preocupó en su día de legarnos un libro, a mitad de camino entre la crónica y la recopilación de escenas, en el que nos cuenta la historia de esta taberna. El escritor es, nada más y nada menos, que Antonio Díaz-Cañabate.

            Y para que no hubiese dudas de cual era su propósito lo tituló “Historia de una taberna”, publicado por Espasa Calpe en 1947 en su conocida Colección Austral. Hoy en día está descatalogado y hay que buscarlo en “librerías de viejo”, esas que vienen a tener el mismo sabor rancio y familiar que LA TABERNA DE ANTONIO SÁNCHEZ, que así se llama el establecimiento.

            Retrato de Ignacio Zuloaga entre dos toreros antiguos. En la taberna de Antonio Sánchez dicen que celebró su última exposición de pintura.   

           
            Antonio Díaz-Cañabate, con la naturalidad y el desparpajo del cronista de la ciudad en la que había nacido y tan bien conocía, nos cuenta la historia de la taberna desde sus comienzos, allá por 1870, al tiempo que intercala, de manera paralela y dando sabor,  multitud de pasajes, costumbres, anécdotas del barrio de Lavapiés y, por extensión, de todo el Madrid antiguo.

           Porque nuestra taberna está enclavada en la popular Calle del Mesón de Paredes. Y hay que decir que nació como taberna taurina. Por eso, cuando nos acercamos a visitarla, nos sorprenden las testas de toros, los retratos de toreros antiguos pintados en las paredes.

Rincón de la Taberna

Siempre es mejor la visita si se va acompañado de buenos amigos.
            Mezclada la vida de la taberna con las andanzas personales del escritor aparecen retazos del Madrid de la posguerra con figuras del momento, de su momento. Personajes de zarzuela, del pueblo. Verbenas, modistillas, cigarreras, las fondas, las “jardineras de los toreros”, las broncas de las verduleras, las buhardillas, los bailes de máscaras… y tantas cosas que nos hacen revivir un costumbrismo callejero, eso sí, pasado por el tamiz de una pluma erudita.


Callos a la madrileña, tortilla de bacalao, chipirones… especialidades de la casa.

Es de agradecer el gusto por conservar los artilugios originales, como el antiguo  el mostrador de zinc, el grifo, las frascas…

 

Ascensor de la época de la inauguración para subir las botellas desde la bodega.
Pero dejemos hablar a Díaz-Cañabate.

            “ Antonio Sánchez acaba de levantarse. En sus ojos, grandes y vivos, aún el sueño dibuja sombras que los achican. La taberna está en penumbra. Las botellas de licor, las de manzanilla, los frascos del tinto y del blanco parecen dormir. Frascuelo, Lagartijo, Antonio Sánchez padre, Cara –Ancha y Lagartijillo; los medallones que adornan el establecimiento entreabren sus rostros pintados al óleo por ese artista desconocido que desparrama su genio en los lugares donde se vende vino…
            Hace tiempo que murieron los pregones callejeros, aquellos de: “Y vaya una toalla que voy a dar por dos reales”, “Moras, moritas, moras”, “Rositas de olor, y qué bonitas”.