viernes, 6 de enero de 2012

PERPLEJIDAD



             Su caso era distinto: un niño negro, con ojos como carbones y el pelo rizado en pequeños muelles, había nacido dos minutos antes que una pálida niñita de rubios cabellos principescos y ojos azules. ¿Cómo era posible tener mellizos tan extremadamente diferentes?, ¿qué habían hecho mal?, ¿de quien era la culpa?, ¿andaría el diablo cerca?... El miedo, siempre el miedo…el Caribe…los conjuros…que no entre…  
            El asombro, el desasosiego y, finalmente, la duda,  se habían instalado entre sus vidas. Habían pasado de ser un matrimonio feliz que espera mellizos, a una pareja desorientada que se miraba con recelo, buscando una explicación más allá de la que les proporcionaban los doctores. Ella quería unos mellizos normales, llorones y egoístas, esos que son como dos gotas de agua y la madre es la única que sabe distinguirlos; no esos seres perturbadores que le llenaban de perplejidad.
            Su desajuste mental vino cuando la noticia se filtró a la prensa y tuvo a la puerta de su casa, cámaras y periodistas locos por conseguir una foto de sus “desiguales” .
“¡No! Vivirán desbarrancados…el demonio de la confusión, Peter, Peter…”
–Dominique, ¿qué te ocurre? Estoy aquí, cálmate. Estás empapada en sudor.
            –Si… la noche … No puedes imaginarte … ¡Era todo tan real! ¡Tengo miedo!
            –Todavía lo tienes en los ojos, estás distinta.
            –Es que creo que ya han empezado las contracciones… Ayúdame a levantarme. Estoy tan pesada con estos dos niños dentro… ¿Cómo serán?
            Para cuando Dominique y Peter,  ella mulata, él escocés,  estuvieron de vuelta a casa y vieron las cámaras y los periodistas apostados en la puerta, ya se habían instalado entre sus vidas el asombro, el desasosiego y la duda.


Publicado en “Misterios para el sueño”   Editorial Osiris

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