domingo, 29 de mayo de 2011

MONÓLOGO DEL TRANSEÚNTE



            Cibeles, esto es Cibeles y yo tengo que ir a la Cava Baja. Bien, iré dando un paseo,
 tengo tiempo. Puedo ir por la Carrera de San Jerónimo hasta Sol y de allí…vale. Pero,  digo yo ¿cómo no habrán inventado algo efectivo de verdad para hacer crecer el pelo? Un mostacho de mariscal y ni un pelo en plena calva. Claro que la Luisita bien que me atusa el bigote en la fotocopiadora, la muy corsaria.
            Un hombre con dudas. No sé dónde lo he oído, pero a mí me suena bien: un hombre lleno de dudas y contradicciones. Por ejemplo: ¿quién me iba a mí a decir que yo iba a salir a la calle hoy con este chaleco que parezco un camarero del Ritz, cuando pensaba ponerme deportivo y juvenil?  Pero una de cal y otra de arena. Es más fácil que no sospeche si la tengo contenta. Pienso en mi  Araceli, mi santa, que la gusta verme como un pincel. Por Dios, que no sospeche nada porque, además, a las malas, la casa y el chalet son de ella, herencia familiar. Quita, quita…
            Ahora que me acuerdo, la Puerta del Sol está en obras. Mejor cojo Atocha y salgo a Benavente. No, déjate, que ese es el barrio de mis cuñadas. No vaya a ser que el diablo enrede y me dé de narices con alguna de las tres. Podía haber cogido el metro y santas pascuas. Bueno, compro los pastelitos del callejón de El  Pozo, que la pirrian, y me desvío por Echegaray.
            Ya sé que no soy un Adonis pero a la jamona de la Luisita la tengo abobada. Las mujeres son todas iguales. Al principio venga de hacer remilgos,  pero cuando dan con un cachondo que les dice lo que quieren oir…¡Esa es la gracia de llegar en el momento¡  Mira esa que pasa ¿Adónde irá tan embutida?  Luego dicen… Me recuerda a la Pruden, pero no, ésta produce menos turbulencias al andar. La Pruden es que tenía su punto, la verdad. ¿O esa era la  Marifé…?
            Casi doy la vuelta por Ave Maria y salgo a Embajadores. Necesito andar para ver si pierdo peso. ¡Vaya barriga¡  No sé para qué me miro en los escaparates.  ¿Será verdad que la Luisita tonteaba con el jefe?  Me lo insinuó González, pero es que ese anda cazando moscas todo el santo día. El clásico pelota que da jabón hasta a los santos de las iglesias, por si algo cae.
            Aparte de la barriga, se me está poniendo chepa… A ver… así, de perfil. Lo que te digo, chepa incipiente. Me meto por lo callejones, que no hay escaparates y dejo de flagelarme.
            La verdad es que la Luisita es medio lela.  ¡Pues no dice que podía haberse casado con un pariente del rey que conoció en el hipódromo… ¡
            Se me está poniendo el dolorcito de anoche, estoy un poco mosca. Es en los riñones,  pero me baja por las ingles ¡Tienes que cuidarte Pepe, que tú eres muy hombre, pero tienes tus castañitas pilongas¡  Y a la Luisita como no la dé candela en condiciones se me pone hecha una pantera. Y broma o no broma ya me ha llamado dos veces “mi despojito”, que tampoco veo yo que tenga tanta gracia.
            A ver si de verdad está sola y no como la última vez que tenía dos vecinas tomando café y no se despegaban ni con agua caliente. Yo, más corrido que una mona sin saber qué hacer y ella sacando temas nuevos de conversación. Anda que si no fuera por el moje, la iba yo a aguantar…
            Casi que podía haber dado la vuelta por la Calle Toledo y salía a la Cava en un periquete. Ya sé de qué tengo esta barriga… ¡ de tantos pasteles¡ Nos estamos poniendo los dos cebollones. Pero esto es así. A esta la he acostumbrado a llegar con dulces y a ver ahora cómo cambio el paso. La tengo que come en mi mano y besa por donde yo paso, pero hay que contar con estos perendengues de mujeres y complacerlas en tonterías.
A mí, en realidad,  esto de los ligues de oficina me parece un coñazo, siempre se acaba hablando del trabajo. Pero es tan cómodo… Primero te las trajinas con mensajitos de ordenador, que es mano de santo. Rematas con un par de cafés… y al bote¡
            ¡Cada vez hacen las lunas de los escaparates más grandes¡ Ya podía haber salido yo a la familia de mi madre, que son todos unos tiarrones, con una estatura y unas espaldas de descargador que parecen recién salidos de un anuncio de calzoncillos. Pero no, soy de los paticortos, como todos en la familia de mi padre. Ahora, ¡más estiraos que el tricornio de un guardia civil¡ Por eso me choca a mi lo de mi chepa. Claro que lo importante es la labia y ahí si que noto yo que tengo tardes de gloria con las nenas.

            ¡Joder¡ ¡qué pinchazos¡ Me doblan por la mitad, no llego, es que no llego.  Si, ahí está el portal, pero es que no llego. Un banco, a ver si me siento un rato y se me pasa. ¡Qué malo me estoy poniendo¡ Y este sudor… es que no me gusta un pelo. Y ahora el móvil con mensajitos: “lo siento pichoncito hoy no puedo verte asunto urgente familia un beso tu Luisita mañana te veo.  Pues hija,  casi siento alivio, porque no estoy yo para números de circo. Que hay veces que me pegan unos calambrazos en las piernas que me quedo paralítico. Si, mona, paralítico, aunque tú te empeñes en decirme que soy pura fibra. Tieso como mojama,  si lo sabré yo.
            Parece que se me pasa. Me quedaré otro rato.  Sentadito estoy mejor. Un taxi. Yo voy a necesitar un taxi. A ver si llego a casa y me acuesto.
            Pero ese que entra, ¿no es González? Pues claro que es el gilipollas de González y con un paquetito de la pastelería de El  Pozo… Pero bueno ,si dicen que está liao a machete con la Tere. ¿De donde saca el tiempo este simplón? Conque también pastelitos ¿eh? Ahora caigo por qué toda la oficina la llama la Dulcinea…
 ¡Otro pinchazo¡ ¡Y otro¡ ¡Que me mareo¡ ¡Qué malo es esto¡¡Taxi, taxi¡ ¡Vaya papelón¡ Menos mal que a mi Araceli también  le encantan los pasteles.
             

Publicado en VIII Concurso de Cuentos  José María Rubio   

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